
Todos lxs actores/actrices y todos lxs directores/as conocen intuitivamente la importancia del ritmo en el trabajo vocal y gestual, así como en el desarrollo del espectáculo.
Así pues, la noción de ritmo no es un instrumento semiológico recién inventado para la lectura del texto dramático o para la descripción de la representación. Constituye la fabricación misma del espectáculo.
Sin embargo, las implicaciones teóricas del ritmo son fundamentales a partir del momento en que, tal como suele ocurrir en la práctica teatral contemporánea, interviene como un factor determinante para el establecimiento de la fábula, el desarrollo de los acontecimientos y de los signos escénicos, la producción del sentido.
Las investigaciones teóricas y prácticas sobre el ritmo aparecen en un momento de ruptura epistemiológica: después del imperialismo de lo visual, del espacio, del signo escénico dentro de la puesta en escena concebida como la visualización del sentido, se vuelve a buscar, tanto en la teoría como en la práctica, un paradigma distinto de la representación teatral, el de lo auditivo, de lo temporal, de la secuencia significante; en una palabra, de la estructuración rítmica.
¿Por qué lo hacemos?
La Cultura, se encuentra en cambio permanente, pero en estos momentos pareciera que todo se acelera. Las modificaciones en las costumbres a partir de lo sanitario. La aparición de nuevas tecnologías que irrumpen en un arte que tiene más de 2000 años documentados, generan muchas preguntas, aliados y detractores. Los colectivos culturales exigen derechos postergados u olvidados, crean discusiones nuevas dignas de ser puestas en el centro. También están las nuevas generaciones que empiezan a dar sus primeros pasos, para luego tomar su lugar. Los sistemas educativos se transformaron, poco tienen que ver la forma en la que enseñaba teatro hace 5 años a cómo nos enfrentamos hoy a la transferencia de conocimientos profesor alumno. Todo esto, y más también, nos encontramos discutiendo en esta plataforma. ¡Bienvenidxs!